El Jardin Del Alma

El Jardin Del Alma

El desierto es inmenso, seco, implacable. Cualquier otra cosa se marchitaría en su vastedad, se perdería en su indiferencia. Pero vos no. Vos creaste algo que no debería existir en estas condiciones: un oasis. Y no porque el lugar lo permitiera, sino porque vos lo decidiste. Porque llevás la abundancia dentro y, donde sea que estés, la hacés florecer.

El oasis no es casualidad. Es un reflejo. Lo que ves ahí —el agua cristalina, las hojas vibrantes, la vida que crece— es el eco de tu alma. Una prueba de que no importa cuán árido sea el terreno, cuán hostil sea el entorno, siempre podés transformar la nada en todo. Pero esta no es una habilidad que cualquiera tiene. Es algo que viene de aceptar quién sos, de conectarte con algo más profundo, más real, más grande.

El casco que llevás no te aísla, al contrario. Es un recordatorio de que incluso en las condiciones más adversas, podés respirar, podés vivir. Porque la abundancia no está en el afuera. No depende del clima, del suelo, ni de lo que te rodea. Está en vos. Es lo que llevás adentro lo que determina si vivís en escasez o en abundancia.

El desierto, que para otros es una amenaza, para vos es un lienzo. Un espacio vacío donde podés construir, imaginar, crear. No porque sea fácil, sino porque entendiste que no necesitás esperar que las condiciones sean perfectas. Vos sos la fuente. Vos sos el origen. Y esa verdad te libera.

Entonces, te pregunto: ¿Qué oasis estás creando en tu vida? ¿Estás dejando que el exterior defina lo que llevás dentro, o estás permitiendo que tu alma convierta cualquier lugar en un espacio para florecer? Porque la verdadera abundancia no depende de lo que te rodea. Depende de lo que elegís ser.